El arrullo de tus fuentes cristalinas me habla de bondades, de silenciosa fecundidad y de ternura. En tus ríos majestuosos siento el vibrar de la vida y en tus cascadas, la energía creadora, la potencia que es preciso encauzar.
Y en la lluvia que cae generosa empapando igual las crestas y los valles; las praderas y la llanura: la brizna de hierba como el árbol gigantesco.
Percibo el canto maravilloso de la humanidad. El oleaje embravecido del océano me hace estremecer y sentir mi fragilidad y mi limitación.
Y la consistencia de esos cedros milenarios que ningún huracán doblega, que ninguna tempestad destruye, cómo me proclaman la necesidad de ser fuerte frente al reto de la actualidad social.....
Editado por EduArmonía