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¿Y si conviertieramos nuestras palabras en Música?


¿Cómo sonarían nuestras palabras si tuviéramos la capacidad de convertirlas en música? ¿cuál sería su ritmo? ¿se escucharían notas discordantes ó acompasadas? ¿sería un placer escucharlas ó nos producirían la incomodidad que acompaña a una desagradable cacofonía?
La practica de “escuchar, mientras hablamos, a nuestra propia voz y a los contenidos de lo que decimos”, nos permite darnos cuenta de cuantas bendiciones o de cuanta basura lanzamos al espacio. Lo primero nos engrandece, lo segundo rebaja nuestra condición de humanos. 

Maiyra Fuencisla Rodríguez