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Vivencia del Yo Central

Vivencia del Yo Central
Fuente, Antonio Blay
Cuanto más soy yo consciente, cuanto más vivo mi propia realidad, más próximo estoy a la toma de conciencia de la única realidad que une todo. La puerta de entrada es esa conciencia del yo lo más trabajada posible. Ahora bien, es conveniente que esa conciencia del yo sea una conciencia con un sentido muy realista, no algo abstracto, una cosa pequeña que se siente por ahí dentro, en algún sitio, si está el cielo despejado y si el viento sopla de cara.

Esa noción  del yo ha de ser la que tengo integrada en mi vida diaria, yo en mi conciencia física de moverme físicamente, yo en mi conciencia afectiva en la vida diaria cuando expreso buen humor, cuando, cuando estoy viviendo mi afectividad; yo en mi actividad mental, ese yo que está en el centro de cada experiencia cotidiana. Que no sea un yo teórico aparte de mi vida diaria, sino el centro de mi vivir diario, el centro de toda mi experiencia, es decir, ese yo integrado a todos los niveles de mi conciencia, concreto. Eso es lo que interesa.

Y esto es lo que casi nunca se hace, porque cuando una persona tiene aspiraciones de lo superior se pasa la vida medio soñando en lo superior y medio flotando en lo inferior, y el resultado es que suele andar por ahí con una vaguedad, una conciencia difusa, y esto dificulta, entorpece, retrasa enormemente la posibilidad de la experiencia. Yo tengo que vivirme a mí mismo desde lo más hondo, de un modo pleno, total, completo, muy realistamente. Cuando puedo aportar esta experiencia profunda, completa, real de mi personalidad, cuando todo yo voy hacia esa experiencia, entonces esta experiencia, al irrumpir, lo hace de una manera revolucionaria, afectándome y transformándome totalmente. Por lo tanto, hemos dicho, por un lado, que la aspiración y la intuición, deben estar claras y próximas integradas en mi mente.

 En segundo lugar, que mi "conciencia del yo" ha de ser una conciencia lo más profunda posible e integrada con mi vivir cotidiano, con mis sentimientos, mis afectos, mi vitalidad, mis funciones orgánicas, mi intelecto, con todo.

Como tercer punto, que yo trate de vivir , al menos de formarme una noción lo más clara posible, con este ser, con esta realidad superior. Que yo me dé cuenta del carácter absoluto de esa Realidad a la que aspiro, de esa Naturaleza Absoluta con la cual yo trato de establecer un contacto. Que yo me dé cuenta de que estoy tratando de ponerme en presencia de un ser absolutamente inmenso, de un ser que es toda la inmensidad, la presencia total absoluta, lo más real, lo único real, lo que es de por sí y en sí de un modo real y eterno. Y, por tanto, que todo lo demás es transeúnte , aparente, transiente. Que yo me dé cuenta de que estoy tratando de abrirme a la presencia, de ponerme en contacto con el poder absoluto, el poder que maneja absolutamente todo lo que es, todo cuanto existe, la ominipotencia con todas sus implicaciones. Que este ser es, al mismo tiempo, la inteligencia absoluta, todo el saber, toda la sabiduría. Que este ser es en si mismo, intrínsecamente, lo absoluto, la belleza absoluta, la felicidad absoluta, es decir, toda la felicidad que puede llegar a existir.

Editado por EduArmonía

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