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¿Dónde termina la mente y comienza la materia?

unidad
En la antigüedad, en ciertas culturas tribales, el desarrollo de un niño era concebido no solamente en términos de su familia y de su iniciación en la cultura del grupo al cual pertenecía, sino también,  de su vinculación con la naturaleza; así a cada niño, al nacer, se le asignaba un “totem animal” el cual le acompañaba a lo largo de su vida y cuya función iba a consistir en fortalecer sus nexos, su confianza y su comprensión  del mundo natural; sin embargo, en la cultura moderna y occidental, surgen algunas interrogantes centrales en psicología, a los cuales todavía no se les ha encontrado una respuesta cierta, tales como: ¿dónde está el “yo”? ¿dónde comienza y dónde termina? ¿dónde comienza la idea del otro? ¿dónde termina la mente y comienza la materia?

Durante la infancia, aprendemos a identificarnos con nuestro cuerpo, con nuestras emociones y con nuestro nombre. Posteriormente, a medida que crecemos, nos describimos por nuestra profesión u ocupación, familia, género, raza o por los roles que desempeñamos. Esta forma de “identificación” nos separa de la Naturaleza y hace que percibamos el mundo en términos de “yo” y de “no yo”. De esta manera nuestro sentido de identidad se deriva unicamente de aquello que nos diferencia  y no de aquello que nos unifica con los demás y con el mundo a nuestro alrededor, impidiendo así la fluidez y la armonía con la Naturaleza.

 Aún cuando, el sentido de individualidad es necesario para ayudarnos a discriminar, a experimentar nuestro ser como diferente, no es suficiente, pues ello representa un solo aspecto del Ser. También tenemos la capacidad de experimentar un sentimiento de “Ser Universal”, cuya cualidad fundamental es la unión con el resto de la creación. Este es el otro lado de nuestra identidad, el otro aspecto de nuestro ser que puede equilibrar nuestra sensación de individualidad y separación: sin embargo, para que se produzca un verdadero cambio de identidad, la experiencia de Unidad debe repetirse una y otra vez  para que de esta manera pueda convertirse en parte de la propia realidad personal.. 

Mayra Fuencisla Rodríguez

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