El hombre la encontró en
la plaza, la habían maltratado y él cuidó de sus heridas. Después le construyó
una jaula espaciosa donde podía realizar pequeños vuelos. No era igual que vivir
en libertad, pero a cambio tenía alimento y cuidados... Algunos días después, el hombre le llevó un compañero y formó una familia.
Luego, llegaron otras palomas y otras y otras..., pero a la paloma no le
importó mucho pues todavía había espacio suficiente para compartir...
Sin ningún tipo de dificultades y confiando en el hombre, la población crecía despreocupadamente. Transcurridos algunos meses, la apacible jaula se transformó en un infierno. Sin espacio ni alimento suficiente, se golpeaban unas a otras, mientras las crías, consideradas una amenaza, morían víctimas de crueles picotazos.
-Salgamos de aquí- dijeron algunas palomas-
¡Ya no podemos seguir gobernándonos por los criterios del hombre!....
Tras muchos esfuerzos, lograron romper la alambrada y al escapar, descubrieron aterrorizadas que la jaula, en la cual habían permanecido por largo tiempo, estaba dentro de una jaula igualmente terrible... la jaula de la ciudad !......