2. Mira después otra vez todo el conjunto de la pintura, sin analizar los
detalles, y deja que penetre en ti, por decirlo así,
abriéndote a él de una forma receptiva...
3.
Con los ojos cerrados, contempla tu representación interior de esta
pintura. Puede que se difumine, desaparezca o cambie. No importa, siempre
que llegues a captar el ambiente general que hay en ella. Según te vas
abriendo plenamente a la belleza y significado del cuadro, ve captando su
mensaje: puede ser un mensaje silencioso, mudo, o puede manifestarse con
palabras... En cualquier caso, siempre nos dirá algo de la vida y del
universo.
4. Date cuenta, ahora, de la parte de tu personalidad
que evoca o estimula este cuadro. Dejando que se vaya
debilitando la visualización, trata de encontrar un sentido, aunque vago, a
la parte de tu persona que entra en resonancia con el cuadro...
Deja
que emerja esta parte, que se abra de lleno, que se revele con toda
intensidad; pero no trates de acelerar el proceso. Limítate a darle la
oportunidad para que se produzca y dále el espacio que necesite.
Este mismo ejercicio se puede adaptar a otras formas
artísticas, como la escultura, la arquitectura, la
música. En el caso de la música, escucha un pasaje con intención
receptiva y, después, sé consciente de su mensaje y de la parte de tu
personalidad que evoca...
Prueba también a hacer el ejercicio en la Naturaleza. Será una experiencia muy gratificante !!!
Fuente: Ferrucci, ejercicios
Mayra Fuencisla Rodríguez
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