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Recipientes llenos

Recipientes llenos
Fuente, Aivanhov, M.
En todas partes, en todos los países, es costumbre llevar un regalo a las personas a las que se visita. Es una antigua tradición basada en una ley que pide que vayamos al encuentro de los demás con el deseo de aportarles algo. Si vaís siempre a visitar a vuestros amigos con las manos vacías, real  o simbólicamente hablando acabrán no queriéndoos.  Dirán:  "¿pero qué hace este ser ahí? Cuando viene está vacio, y me vacía a mí también."

 Empezarán a desconfiar cada vez más y a tomar precauciones, hasta el día en que os cerrarán completamente la puerta de su corazón y de su alma. No vayaís a casa de vuestros amigos si no tenís para llevarles al menos una mirada cariñosa, una sonrisa, algunas palabras cálidas que sean regalos verdaderamente vivos. Hay que acostumbrarse  siempre a dar, y a dar lo más benefecioso para los demás.  Si sabeís trabajar con las fuerzas positivas de la naturaleza, os estimarán y os amarán.

Y puesto que cada gesto es mágico, tratad de no saludar nunca a alguien si llevaís un recipiente vacío, sobre todo por la mañana, porque sabed que, sin quererlo, le llevaís  lo vacío, la pobreza, el fracaso para todo el día.

Si teneís que llevar por fuerza un recipente vacío, meted dentro algo; no es necesario que el contenido sea precioso: puede ser agua,  que es además la cosa más preciada a los ojos del Creador, o cualquier otra cosa, y saludad a las personas que encontreís con el pensamiento de aportarles la salud, la plenitud, la bondad.

No olvideís nunca que poseís en vosotros mismos una tierra magnífica que cultivar, de la que podeís distribuir las flores y los frutos a todos los que encontraís. Si teneís siempre el deseo de dar algo de vuestra alma, de vuestro espíritu, la vida no cesará de brotar dentro de vosotros.

Editado por EduArmonía

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