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Una nueva educación

De acuerdo a la leyenda, alredor del año 1200, cuando la ciudad de Hamelin se llenó de roedores llegó un desconocido que prometió a los habitantes de la ciudad librarles de tan incómodos visitantes a cambio de una recompensa. Los aldeanos aceptaron de buen agrado y el hombre comenzó a tocar su flauta con tal encanto que las ratas embelesadas por la música le siguieron hasta el río Weser donde murieron ahogadas .¿Qué sucedió después y qué relación tiene esto con la educación?
Cumplida su misión, el flautista reclamó su recompensa pero los aldeanos se negaron a pagarle, razón por la cual prometió vengarse. Días después, comenzó nuevamente a tocar su flauta con tal maestría y poder de encantamiento que todos los niños del pueblo le siguieron. ¿A dónde los llevó, qué hizo con ellos? Eso no lo cuenta la leyenda, excepto que nadie en el pueblo volvió a ver a los niños. 

De esta historia, tan misteriosa, tan interesante, cada quien puede extraer sus propias interpretaciones, inclusive establecer un paralelismo con nuestros tiempos, tan repletos de “Flautistas” que con su hipnotizante música prometen variopintas soluciones a los males que aquejan a la humanidad. Niños, adolescentes y adultos sucumben embelesados a su encanto para finalmente quedar atrapados en sus redes. ¿no es así? ¿cómo escapar de su influencia? ¿cómo ayudar a los más jóvenes a crear mundos nuevos, más justos, equilibrados, más humanos? 

Muchas voces se levantan para proponer una “nueva educación” como el medio por excelencia. Sí, está bien, sin embargo, llegados a este punto, podríamos preguntarnos, como en aquella fábula de Esopo, ¿pero ahora, quién le pondrá el cascabel al gato?

Y es que es necesario tener siempre presente que para educar tenemos que educarnos nosotros antes, entendiendo por educación, no el simple hecho de instruir en artes, profesiones y oficios sino en el arte de ser personas de paz, capaces de convivir con el resto del mundo, respetando los derechos inherentes de todo ser humano y que les fueron otorgados por la vida misma. Pero no se trata de palabras, de esas ya tenemos muchas desde los inicios de la historia....

Mayra Fuencisla Rodríguez

                                                                                                                                             Relacionados: