La Tolerancia es la cualidad que surge de la comprensión de nosotros mismos y por consiguiente de los demás seres humanos con los cuales compartimos la vida en este hermoso planeta. Tan poderosa es su influencia que en cuestión de instantes podría transformar nuestras relaciones no solamente a nivel individual sino colectivo. Tal vez por esta razón, Víctor Hugo exaltó a la tolerancia como “la mejor de todas las religiónes” .
Aún cuando somos muy semejantes por el hecho de pertenecer a la especie de los “homínidos” somos empero muy diferentes en cuanto a la percepción que tenemos del mundo, en cuanto a costumbres y creencias propias del proceso de culturización por el que todos somos moldeados de acuerdo al rincón del mundo donde nos haya tocado vivir. Tanta importancia le damos a nuestras opiniones y puntos de vista que si somos contrariados nos enfurecemos, perdemos los estribos y si por desgracia, las diferencias se producen a nivel colectivo, podemos aún enzarzarnos en una guerra a muerte. Metafóricamente hablando, ¿quién tiene enteramente la verdad en su mano cuando nuestra percepción surge desde el valle y no precisamente desde la cima de la montaña?.
Ahora bien, la tolerancia no es simplemente algo que otorgamos a otro como una herramienta de buena convivencia, sino que abre un abanico mucho más amplio cuando reconocemos que las aportaciones de las otras personas pueden enriquecer nuestra propia perspectiva. Algo así nos recuerda el pequeño relato de los tres ciegos y el elefante. ¿Cuál de los 3 hombres tenía la razón al tratar de describir con total certeza al elefante? ¿estaba alguno equivocado ó por el contrario cada uno de los hombres era portador de una pequeña cualidad de lo real? Y es que la verdad es difícil, sino imposible, de aprehender con nuestros limitados sentidos de percepción los cuales están habituados a tratar sólo con las partes ó con la apariencia de las cosas mientras que la verdad ultima queda velada a nuestra percepción.
¿Sabías que existe un monumento dedicado a la Tolerancia? Fue construido por Eduardo Chillida y se encuentra en la ciudad de Sevilla, España. Durante la inauguración, el autor de la escultura pronunció las siguientes palabras:
“No es mi intención dar ningún ejemplo a nadie, pero sería perfecto que algún día en Sevilla el pueblo judío, el árabe y el cristiano volvieran a darse la mano. Eso es precisamente la idea que refleja el monumento”
Lo emotivo, la belleza y lo sublime del Arte es una constante evocación de un tiempo pasado o bien un llamado para el despertar de la consciencia, sin embargo, la Tolerancia tenemos que sembrarla en nuestros corazones y cuidarla por siempre con mucho esmero... Solamente desde ahí, podrá producir la transformación que deseamos, es decir, un mundo más amable, más humano...
Maira Fuencisla Rodríguez
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