Por lo general cuando hablamos de juventud pensamos en esa edad cronológica en la cual el ser humano está en su pleno vigor tanto físico como mental, sin embargo hay otra edades más sutiles que nada tienen que ver con las estaciones del cuerpo sino con el espíritu o alma que lo anima. Desde ese punto de vista, el dramaturgo y ensayista, Hugo Von Hofmannsthal, consideraba que la edad del hombre, visto desde dentro es la eterna juventud.
Tal vez así se experimentaba Juan Pablo II cuando afirmó ser un joven de 83 años. A la juventud biológica se arriba de manera natural en pocos años, sin embargo para alcanzar esa otra juventud, se requiere de mucho, mucho tiempo, tal como expresara Pablo Picasso, el celebre pintor malagueño.
Y es que se necesita de una gran fortaleza para liberarse de los condicionamientos propios de la cultura, de la política y de la religión hasta acceder a esas otras regiones más oxigenadas, más libres, donde cada quien pueda encontrarse a sí mismo. La aventura bien lo vale.
Mayra Fuencisla Rodríguez