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Tsunamis Mentales y Educación

Las fuerzas de la Naturaleza son arrolladoras, imponentes, capaces de destruir ciudades enteras en cuestión de minutos. ¿Quien no se ha impresionado, por ejemplo, ante la presencia de un volcán en erupción ó de un tsunami impetuoso? Sin embargo, ¿qué decir de los Tsunamis Mentales?

Me refiero a esas otras fuerzas, que desde comienzos de nuestra historia han arrollado sin compasión a mujeres, hombres y niños. Son los Tsunamis Mentales, los que de manera inadvertida nos envuelven en sus aguas turbias para arrastrarnos hacia no sabemos qué destino fatal. Fueron creados por los ambiciosos de poder que durante todas las épocas han subyugado a los más indefensos, a los más débiles ya sea mediante el convencimiento que producen las armas o bien valiéndose de mentiras con apariencia de verdad.

Me refiero también a los Tsunamis de las ideologías religiosas capaces de someter, asesinar y atropellar en nombre de un dios inventado por ellos con la finalidad de  satisfacer sus obscuros fines.
Me refiero también a los Tsunamis de la moda tonta y vanidosa que atrapa a los más jóvenes...
A los Tsunamis de la tecnología de la comunicación que aturde a pequeños y grandes con información banal, impidiendo el pensamiento reflexivo, independiente...
En fin, me refiero a cualquier “ardid” que nos envuelva y arrastre como victimas pasivas, ignorante del destino hacia el cual nos dirigen..    

ola_marAnte los Tsunamis propios de la Naturaleza, el hombre se defiende con barreras naturales, protegiendo los manglares, los arrecifes coralinos o la vegetación costera. Siendo esto así, nos planteamos ¿qué podemos hacer para protegernos de esos otros Tsunamis Mentales más destructivos aún? La respuesta es muy sencilla, hasta obvia y ha sido reiterada hasta el cansancio por grandes pensadores, filósofos, maestros espirituales, etc. ¿De qué se trata? Pues simple y llanamente de “educación”.

Pero, a ¿que educación me refiero? 

Obviamente no se trata de aquella que pretende ideologizar en función de intereses partidistas como siempre lo han hecho los gobiernos ya sean de derecha, izquierda o de cualquier otra tendencia. No se trata tampoco de aquella otra educación que trata a los seres humanos como “contenedores” en los cuales hay que archivar todo el conocimiento del pasado. No se trata tampoco de esa otra educación cuyo principal objetivo reside en producir “abejas trabajadoras” para satisfacer a los reyes de la colmena”. ¿De qué se trata entonces?  Pues sencillamente la educación a la que me refiero es aquella preocupada por “formar seres humanos”.

Si estamos de acuerdo con esta afirmación necesario es que nos preguntemos ¿qué entendemos por “seres humanos”?


Desde mi punto de vista, entendiendo por “humanos” aquellos que saben convivir pacíficamente sin recurrir a las guerras ó al sometimiento para resolver sus discrepancias. Me refiero a aquellos que se han liberado de intereses egoístas y de nacionalismos arcaicos. Me refiero a aquellos que consideran a la Tierra como un hogar compartido en sana convivencia y no como un botín para saquear sus abundantes riquezas. Me refiero a los que saben respetar a todas las criaturas vivientes con las cuales compartimos nuestra existencia. En fin, por “seres humanos” entiendo también a aquellos  que han aprendido ha reconocer su “luz y su sombra”, como en su tiempo expresara Carl Jung, y que en consecuencia, son capaces de acceder a un más amplio estado de consciencia, en el cual vivir sea más parecido a un paraíso que a un infierno.

Pues bien, nuevamente tenemos que hacernos algunas preguntas, tal como hicieran los ratones en la fábula de Esopo: Y ahora, ¿quién le pondrá el cascabel al gato? Es decir, ¿Quién educará para tal fin?  O como expresara Krishnamurti ¿Quién educará a los educadores? 

Y aquí, comienzan nuestros problemas. ¿Quienes son lo suficientemente sabios, capaces de neutralidad a toda prueba? ¿Quiénes los que no se dejan seducir por ambiciones egoístas?¿Quiénes aman su profesión hasta tal punto que pongan en ella alma, vida y corazón? ¿Quién enseñara a quién?

Alejemos ahora un poco de las preguntas anteriores y planteémonos  nuevas interrogantes.
¿Dónde creemos que se produce la educación? ¿En planteles cerrados? o por el contrario ¿se produce en todo acontecer, en toda circunstancia que se presenta en nuestra vida?

Por otra parte, ¿quienes son los educadores? 
¿Unicamente aquellos que estudiaron en el pedagógico y recibieron un título? O ¿somos todos educadores potenciales que con nuestro pensar, nuestro hablar también educamos de la misma manera que los demás nos educan a nosotros?

Y nuevamente, llegamos a otro punto igualmente inquietante:
¿la educación puede utilizarse tanto para lo destructivo como para lo constructivo? 
Pues sí, tanto para lo uno como para lo otro si no estamos los suficientemente atentos, lo suficientemente alertas para no dejarnos arrastrar por esos peligrosos Tsunamis mentales...

Maira Fuencisla Rodríguez

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