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Cómo superar el odio

El odio, es como un incendio emocional capaz de aniquilar personas, familias, etnias, instituciones e incluso lugares sagrados, de ahí la necesidad de apaciguarlo, de amainarlo. En algunas ocasiones el odio comienza a surgir lentamente casi subrepticiamente y en otras  su aparición es brusca, impetuosa, sin control. ¿Su antídoto?

liriosHasta el presente, el mejor remedio encontrado es el amor, no obstante, es de difícil aplicación cuando nos dejamos arrastrar por nuestras emociones y sentimientos. Entonces, ¿qué hacer?

En primer lugar, aunque por razones éticas y morales nos cueste admitirlo, tenemos que darnos cuenta que el odio está presente en nosotros para poder sanarlo.

En un segundo paso, podemos verbalizar todo nuestro odio en privado o con alguna persona que nos asista en la curación de nuestras heridas. Agotemos las palabras hasta que no haya nada más que decir. 

Una vez calmados, es conveniente que nos procuremos algún tiempo para la reflexión:
- ¿qué originó nuestro odio, nuestro rencor?
- ¿recibimos en realidad algún daño o se trata solamente de nuestra intolerancia hacia los demás?
  En todo caso  - ¿de dónde surge la intolerancia en mi mente?
- ¿Se trata de mis propias creencias o de prejuicios que he recogido del ambiente, del medio social?
- ¿soy consciente del daño que puedo ocasionar a otros si mantengo mis sentimientos de rencor, de odio?
- ¿soy consciente del daño que me ocasiono a mi mismo al mantener estos sentimientos?
- ¿soy consciente de las alteraciones que sufre mi salud?

En un próximo paso, trata de relajarte física y mentalmente..
Una vez hecho esto, quédate en silencio  para poder escuchar cómo tus sentimientos se expresan a través del cuerpo, ya sea en el corazón, en el estómago o en cualquier espacio donde se manifiesten más intensamente. Permanece atento a las sensaciones.  Acompaña esas sensaciones tal como son. Deja ir los pensamientos, solo percibe sensaciones...
Respira, deja ir..., sigue sintiendo... respira, deja ir.

En palabras de  Victor Hugo: “cuanto más pequeño es el corazón, más odio alberga”. Parafraseándolo podríamos añadir que “cuanto más grande es el corazón más amor podemos albergar”.  Y aunque ahora nuestro mundo emocional esté ensombrecido por el  dolor y el resentimiento, todavia hay espacios llenos de amor que nos pueden reconciliar con el mundo y con nosotros mismos. Prueba a hacer lo siguiente:

Trae a tu memoria alguna persona, familiar, amigo, mascota o paisajes muy  queridos y revive los muy diversos sentimientos de gratitud, amor y benevolencia que sientes hacia ellos.  Experimenta esas sensaciones nuevamente y expandelas todo cuanto te sea posible...  Permite que dicha experiencia se quede contigo durante el resto del día ... Otro día, hablaremos sobre el perdón...

Maira Fuencisla Rodríguez

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